martes, 1 de junio de 2010

Juglarías

TELEFONO MOVIL

Los bohemios caminantes, bardos, juglares que acostumbrados casi al sonido de los tambores y timbales a comunicarse por señas y silbados o pitos y hasta amar y desear la vuelta a la civilización de los antiguos tam-tam africanos o a las altas señales de humo de los indios que es a los que cantamos, a los que con nuestras guitarras, laúdes, bandurrias y gaitas llegamos a utilizar para las letras de las canciones ardientes, amorosas, soñadoras, nos asombra sobremanera la difusión enorme de los teléfonos móviles, o bien situados dentro de vehículos motorizados o llevados encima por tracción animal.
No puedo evitar que las guías del bigote se alarguen y que el rabillo de la boina se enderece y endurezca como si me encontrase frente a una joven maciza cuando veo por cualquier vía la ciudad a individuo peatonil que empieza a vibrar con repiqueteo de campana tocando arrebato.
Sácase de un bolsillo o descuelga del cinturón o cincha que sirve para sujetar los pantalones un instrumento pequeño, por regla general de color negro como si de los avernos saliera y ponerse a hablar con la mujer, padre, hijos y demás familia y más cuando en muchos casos se comprueba que el dichoso aparatito es innecesario, puesto que la potencia de su voz es capaz de ser percibida a treinta y cinco kilómetros de distancia.
Impresióname vuestra merced amigo peatón por la utilización de tan avieso aparatejo que posiblemente para lo único que sirva es para tenerte controlado hasta e momento de RIP.


MANCONTRO

Quedéme pasmado, anonadado y acojonado cuando enteréme del nombre dado a los aparatos telefónicos móviles por muchos ciudadanos.
No creíame lo que por mis honestos y castos oídos penetraba y mis trompas de Eustaquio (jamás he comprendido por qué demonios se le llaman de Eustaquio cuando les juro que ese no es mi nombre y vuestras mercedes comprenderán el gran lío que se puede uno armar con un simple cambio de nombre, eso seguramente es por carecer de apellidos y qué gran diferencia va de llamarse Eustaquio a llamarse falopio, ambas son trompas, pero ¡madre mía que diferencia de una a otra!) al recibir el impactante nombre de MANCONTRO.
¡Ojo! Que he oído un montón de palabras técnicas, extrañas y apabullantes que reciben esos aparatitos, pero la de mancontro no conseguía no por lo más remoto situarla en sitio adecuado.
Solicité a varios ser informado del que por qué ese novedoso nombre.
Recibí la aclaración siguiente:
Es debido a que muchos seres telefónicos ambulantes cuando llegan a un banco, hospital, centro público, incluido Delegación de Hacienda, llaman a su familia para indicarles sitio, lugar en que siendo siempre el inicio de la conversación este:
- María mancontro en el juzgado.- Pepe, mancontro en el hospital por haber tenío que traer a Fulano.- Encarna mancontro en el banco pa sacar perras y comprar lo que has pedío. MANCONTRO, CLARO, MANCONTRO.

Castil de Tierra ( II )

Recorriendo el Campo de Gómara - CASTIL DE TIERRA






Es reiterante y lamentable tener que empezar casi siempre de la misma manera cuando se escribe sobre los pueblos del Campo de Gómara. Queda el consuelo vergonzante de sucedernos igual o más si escribimos de cualquiera de las distintas zonas o comarcas provinciales.
Otro más de los pueblos de este increíble y desorientado Campo de Gómara, sentenciados a su desaparición en brevísimo espacio de tiempo. ¿Qué motivos han dado y dan lugar a que un pueblo como éste, lleno de historia, pletórico de belleza, aún en ruinas, con paisajes que se abren a la vista con una grandiosidad que une la fuerza y la dureza de sus montañas, con la enorme suavidad de su llanura. Dueño de fértil tierra, abundante agua, teniendo teléfono, luz, alcantarillado y hasta pavimentadas las calles que tuvieron habitadas sus casas últimamente? Si no ha sido por necesidades financieras, por necesidad de abandonar su lugar de nacimiento para mejorar la situación económica; si se encuentra a 42 kilómetros de Soria, a 24 de Almazán, a 9 de Gómara y a tres de Tejado, donde tienen a su alcance farmacia, asistencia médica, bares, cines, discotecas para la juventud, todo tipo de comercios y supermercados.
Si todos los habitantes últimos que han sido, más las tres o cuatro familias que afortunadamente aún se encuentran en él, todos eran y son poseedores de coches para poder situarse en cualquiera de los puntos citados en breve espacio de tiempo. Que ha influido para ese abandono de un pueblo que de verdad se puede decir una vez en él que se encuentra en ese paraíso que se supone a las Puertas del Cielo. En verdad que un día me gustaría que sus antiguos habitantes, dispersos por las grandes urbes o en esos pueblos con pretensión de pequeñas ciudades, viviendo en esos llamados pisos, en esas colmenas de cemento y ladrillo, donde deben de soportar los gustos y malos gustos de vecinos, que producen ruidos, voces, música, gritos. Sufrir el tráfico de esas grandes o medianas ciudades, el porqué abandonaron esas Puertas del Cielo, ese trozo de Paraíso Terrenal que es su pueblo.


Que si en realidad merece la pena todo lo que pueden encontrar en sus nuevas residencias y entornos que por otra parte lo tienen a su alcance a pocos minutos viviendo en Castil. Preguntando de forma metafísica, en antigua expresión eclesiástica o religiosa, les diría ¿merece algo el cuerpo si con ello pierdes el alma? En este caso el alma es Castil, es vuestra alma, vuestras raíces, en él vivieron y lucharon vuestros ascendientes, ellos e entregaron a El en cuerpo y alma, sufrieron y mucho por la dureza de la vida anterior que les tocó vivir.
Ahora que vuestro nivel económico es elevado, ahora que vuestras viviendas, respetando el entorno y esas fachadas únicas en Castil como son vuestras casas, casas con el verdadero aroma de la construcción castellano-soriana, pueden ser preparadas y acondicionadas mejor y salir más baratas que una de esas despreciables celdillas de colmenas llamadas pisos. Recuperar vuestro pueblo. No lo dejéis hundir, salvar por lo menos ese sudor con que los vuestros regaron el pueblo y tierras, dejando su sacrificio para que vosotros mejoráseis. ¡No dejéis hundir y desparecer Castil. Salvadlo!! Vuestros descendientes os lo agradecerán.
Y no solamente ellos sino toda la provincia. Situado a 1.087 metros de altitud en la Sierra de Boñices, a 3 kilómetros de Tejado y de la carretera Almazán-Gómara-Almenar. Su única entrada y salida (indistintamente) es por la carretera de Tejado a Nomparedes, que bordea el pueblo. Anulando el antiguo camino a Villanueva de Zamajón a Castil. Indiscutiblemente fue población celtibérica, romana y fortaleza medieval. Su existencia se remonta con toda seguridad a más de 300 de JC., pasando al poder de Roma en el 153, siendo cónsul V Fulvio Novilior. Habiendo presenciado sus piedras una de las más duras y cruentas batallas dadas por celtibéricos y romanos, justo frente a ellas, en lo que hoy denominamos llanos de Gómara. ¿Se puede decir con razón que en historia es digna de recordarse y mantener? En la parte norte tiene una antigua entrada horadada en la roca, que a mi entender fue de la época celtibérica; hay quien no está de acuerdo y cree ser de los años de la reconquista.
Lo que es indiscutible es que de una época y otra, lo cierto es que supera los 1000 años, mereciendo un trato y un cuidado muy superior al que ha tenido y tiene en la actualidad. Esta hasta no hace mucho fue su única entrada pudiéndose aún apreciar de forma perfecta que era la del camino de Villanueva a Gastil. Su nombre proviene de la existencia de un castillo, que inicialmente -según lo que queda de su estructura-, debió ser fortaleza árabe y construida de tierra sobre restos de fuerte romano. Situación estratégica e importante debió ser en la época de la reconquista y posteriormente como punto de interés militar en la lucha de Castilla-Aragón. De aquel castillo, de aquella fortaleza, no queda nada más que unas pocas piedras que sirven para indicarnos la situación de su torre de homenaje y un pozo horadado a pico en la roca, con una boca de 1.35 metros de diámetro, la profundidad del mismo fue de más de 9 metros y parecida su anchura. No tiene hoy en día más de dos metros de profundidad, ha sido cegado al ser empleado como vertedero de toda clase de basuras y desperdicios, sobre todo de latas vacías de productos químicos de uso para el campo. Da gran pena contemplar obra tan ciclópea, abandonada y despreciada de tal forma.

Sus casas, algunas manteniendo sus muros en pie, se encuentran con sus techos hundidos y próximos a una destrucción total -excepto las 4 o cinco habitadas aún o abandonadas recientemente- mantienen a pesar de los avatares e inclemencias del tiempo y de otras causas, la belleza de esas construcciones sorianas-castellanas que tanto encanto guardan.
Su iglesia, que como es lógico debió ser de época remota, reformada o casi mejor dicho construida en el siglo XVII y con una última reforma a finales del siglo XVIII, carece de mérito arquitectónico interior o exterior, aún cuando forma toda ella un impresionante conjunto de formidable potencia. Situándonos en las ruinas del castillo o encima de sus antiguas y casi inexistentes murallas, a la derecha su primitiva entrada, se llena la vista de belleza, extendiéndose debajo de nosotros a más de 100 metros de toda la extensa llanura del Campo de Gómara. Desde allí contemplamos: Tejado, Gómara, Abión, Ledesma, Torralba de Arciel, Villanueva de Zamajón, Zamajón, Tapiela, Sauquillo de Boñices.
Al este, Peñalcázar, las Sierras de Costanazo, Deza y Moncayo. Al Oeste, las sinuosidades extrañas, dulces, agrestes, duras y suaves de la Sierra de Poñices. Casi es mejor que deje en este punto el relato de todo lo que nos ofrece la naturaleza en tan gran esplendor para que pueda comprobarlo todo aquel que decida hacer cualquier día de asueto un recorrido por este Campo y acercarse a ese pueblo bien llamado "Puerta del cielo", pueda comprobarlo deleitándose en su contemplación. Muchas cosas dignas de anotar de este pueblo quedan en la pluma que dejo para que las vayan descubriendo los que deseen disfrutar un día visitándolo.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Castil de Tierra


















Otro de los muchos pueblos de la provincia y uno más de los de la comarca del Campo de Gómara, sentenciado a su desaparición en muy breve espacio de tiempo.
Está situado a 1.087 metros de altitud en la Sierra de Boñices. Se encuentra a 3 kilómetros de Tejado y la carretera de Almazán-Gómara-Almenar de Soria. Conserva impresionantes vestigios celtibérico y debió ser punto de cierta importancia en la época de las últimas guerras romano-celtibéricas, pasando con toda seguridad a poder de los romanos por el año 153 a. de J.C., siendo cónsul Quinto Fulvio Novilior.
Me baso en que después de la derrota sufrida por este cónsul cerca de Tardajos el día 23 de Agosto de dicho año, fecha en la que se celebraban el día de las Vulcaniza, fiesta romana dedicada al dios Vulcano. Derrota que le costó la pérdida de más de 8.000 hombres y a los celtibéricos la muerte de su caudillo Segidano Karos y 5.000 hombres. Tras esta batalla, los celtíberos, de la rama de los belos (que eran los dueños de estas zonas) y los arévacos, se retiraron a estos lugares, lo que demuestra la existencia de alguna fortaleza celtibérica que podría acogerles y protegerles de los ataques romanos. Motivos hay más que fundados para pensar que la fortaleza era lo que en la actualidad es Castil.
En general Lamerer, sitúa esta última batalla y derrota de los belos y arévacos en los llanos de Gómara, lo que aún confirma más la existencia de una población amurallada o con muy buenas posibilidades de defensa.
Entre los pueblos de Abión, Tejado y Castil he podido encontrar sacados a la luz por tractores en su labor grandes bloques de piedras que con toda seguridad fueron trozos empleados en potentes murallas.
Desde el pueblo, en la parte este, se alcanza a ver el pueblo de Peñalcázar, antigua Centóbriga, lo que me reafirma más en la parte histórica de Castil.
El nombre actual de Castil de Tierra le debió se aplicado por la existencia de un castillo en su parte norte que reconstruido por los árabes en la forma acostumbrada por estos hombres, a base de argamasa y tierra prensada (castillo de tierra) y posteriormente vuelto a reconstruir en la época medieval, durante las luchas de Castilla-Aragón.
En 1788, J. Loperraez, en su estadística del Obispado de Osma, fija su población en 30 vecinos y dependiente ya como despoblado en este año el pueblo de Cascante, diciendo: Se encuentra enclavado en elevado promontorio entre los pueblos de Tejado y Nomparedes, unidos a ellos por una carretera, siendo esta su única entrada y salida (y sigue siendo).
El diccionario Madoz en su edición de 1847 se le atribuye 28 vecinos y dice: “Inmediatos a la población se encuentran las ruinas de un aljibe de más de una vara y media de boca, abierta a pico en la roca, siendo su actual profundidad de más de cinco varas y mayor anchura, conociendo que en gran parte está cegado”.
Dentro de su término se encuentra el despoblado de Cascante, cuya iglesia se demolió a principios de 1800, llevando la pila bautismal y la Virgen de Ntra. Sra. de Cascante a la iglesia de Castil.
La verdad es que el denominado aljibe no era tal sino un pozo manantial.
Hoy la profundidad del mismo no sobrepasará los dos metros por ser empleado como basurero, cegado por arrojar toda clase de basuras, latas, sacos de plástico, etcétera. Se encontraba situado dentro del castillo. Su boca como dice Madoz está horadada en roca, pero la parte inferior es simplemente tierra.
La iglesia tiene serias muestras de muy próxima ruina, debió ser reconstruida por los siglos XVI-XVII, no tiene gran mérito ni el exterior ni el interior aún cuando su conjunto de la sensación de formidable potencia.
Hoy, casi acabada su existencia, habitado solo por tres familias tiene en pie tres o cuatro casas, estando el resto en casi plena ruina. En solo cuatro años he visto como sus tejados se han ido hundiendo, sus muros resquebrajarse y convertirse en montones de piedras.
Casi todo el pueblo fue construido con las piedras del castillo y con toda seguridad también se debió emplear algo del antiguo Cascante.
Su primitiva estrada puede que date de la época celtibérica y reformada en la medieval, se halla frente a Tejado, hecha taladrando la roca en una profundidad y anchura formidable, encontrándose en muy lamentable estado de abandono al haberse cegado y cubierto de tierra. Su contemplación causa profunda impresión y admiración.
Contemplar la panorámica que nos ofrece desde la parte alta de su antiquísima entrada se convierte en un placentero y sosegado deleite, con el que el espíritu se relaja y el alma se llena de suave y dulce paz. Podemos admirar toda la grandiosidad de la llanura de los Campos de Gómara, con su dura belleza, ver tan lejos y al mismo tiempo tan cerca los pueblos de Abión, Ledesma, Gómara, Tejado, Torralba de Arcial, Sauquillo de Boñices, Tapiela, Zamajón, Vllanueva de Zamajón, Ribarroya y la línea del Duero, las sierras del Almuerzo, Montes Claros y a su derecha, al fondo, la imponente silueta del Moncayo y Peñalcázar.
¿Cuántos años quedan de vida a este pueblo tan lleno de historia, belleza y encanto? Creo que posiblemente no llegue siquiera a una década, es otro más, uno más, uno de los que terminan su vida en un total abandono y olvido, uno más por los que podemos empezar a rezar el triste réquiem, uno de los réquiem que desgraciadamente tendremos que ir aumentando constantemente. Lo lamentable es que solamente rezamos este repetidísimo réquiem los que en realidad no quisiéramos jamás hacerlo.
De forma curiosa e increíble el pueblo tiene luz, agua corriente, alcantarillado y teléfono rural.
A pesar de algunas opiniones contrarias de personas dedicadas a la investigación que opinaban que este pueblo jamás tuvo castillo y que lo que era denominado como tal eran simplemente restos de unas torres de comunicaciones ópticas de las guerras carlistas he podido encontrar un documento que confirma todas mis tesis y reafirma de forma innegable no solamente la existencia del castillo sino que los cita en conjunto como fortaleza. Es este: “En el que se recoge que en el mes de julio del año 1526 de celebrarse la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Soria, pleito homenaje a D. Juan Torres, Regidor de la Fortaleza de la Peña del Alcázar y de d. Juan Morales, regidos de la fortaleza de Castil de Tierra a la emperatriz y Reina Isabel.
Mi esposa, mi entusiasmará colaborar en todos los sentidos y aspectos, amante de todas estas tierras y de esta provincia me lee una poesía dedicada a Castil, creo obligación insertarla no mirando su calidad más menos buena, para mi es muy hermosa, sino que simplemente por el gran amor que siente hacia todo lo bello y dulce y duro que nos brindan tantos pueblos sorianos y en particular uno tan hermoso como es Castil.

A CASTIL DE TIERRA
Por María Luisa García García

Fuiste amante vigía de La Peña,
te mirabas en ella con amor,
recreando tu vista con deleite
en su belleza y resplandor.

Al igual que un novio enamorado,
Extasiado, arrobado, embelesado,
tú la miras y admiras.
La vista tan hermosa, tan radiante,
que sientes en tus entrañas de la agonía
de un dolor fuerte y punzante.
¡Con cuanto terror has contemplado
toda esa belleza derrumbarse!
y, poco a poco, año tras año,
en escombros transformarse.
Como en un fiel espejo
ves tu imagen reflejada
y piensas con dolor:
Estoy solo, abatido
me siento en el olvido,
la existencia me agota
siento desilusión, siento la derrota.
Lloro mi amor fallecido,
yo, a punto de fallecer,
solo consuelo tener quisiera
de que mis hijos volvieran
y poderlos acoger.
Por la reina proclamado
al igual que mi bien amada,
¡Fui fortaleza importante!
Pero el título,
mis hijos no lo creyeron bastante.
Me fuisteis dejando solo
con mi angustia, mi dolor,
no pensáis que abandonándome
me arrancáis el corazón.
Aún cuando atalaya de roca soy,
tengo mis sentimientos, lloro de pena,
con rabia, por todos mis sufrimientos.
¡Tened compasión de mí!
Grito a los cuatro vientos,
¡Que me desgarráis el alma!
¡Mirad como ya me encuentro,
lleno de escombros y ruinas!
¡Despertad a mis lamentos!

Este lamente, este grito, lo hacemos conjuntamente y pedimos que no llegue la triste ocasión del Réquiem por Castil.